LA
PATERNIDAD
Marcelo
Colussi
La
paternidad no se restringe a una cuestión biológica; el hecho específicamente
físico -la concepción- no agota su sentido. Se puede engendrar infinidad de
hijos sin por eso asumirse plenamente la paternidad. Además, se puede devenir
padre por la adopción legal (o no legal) de un menor. Esto muestra que la
paternidad, como todas las conductas humanas, es una construcción social, simbólica,
por tanto histórica.
Si hay que "asumirla", no es entonces algo dado de antemano, natural.
Secundariamente podríamos preguntarnos si acaso la maternidad lo es, aunque eso
excede nuestra presente reflexión. Por lo pronto sabemos que es algo que
"debe aceptarse", que no adviene espontáneamente.
¿Qué significa ser padre? Es más que participar en el acto de la concepción;
implica lazos afectivos, y además posicionamientos jurídicos. La noción de
padre no es la de semental. El afecto hacia un hijo es algo que une de por vida,
superando razones lógicas.
Pero este tipo de vínculos no está asegurado por mecanismos instintivos. No
todos los varones "asumen" la paternidad. Al contrario, la forma que
la misma adopta está profundamente marcada por circunstancias histórico-culturales.
Una concepción machista del mundo, donde el varón adulto es centro de los
poderes y sus decisiones inapelables, hace de la paternidad una cuestión del
orden de la propiedad privada. Ser padre es ser dueño de los hijos; y su
crianza, dada la división social del trabajo, no es asunto varonil.
Esta visión, quizá hoy día algo permeada por pincelazos alternativos, sigue
siendo dominante en buena medida respecto a cómo se entiende y vive
profundamente la paternidad.
Desde ya no pretendemos establecer, vía manual, qué es ser un "buen"
padre, y mucho menos cómo conseguirlo. Simplemente podemos adelantar que la
dificultad en juego en este tema no es sino una patencia más de la finitud de
nuestra humana condición. No somos simplemente padrillos; llegar a ser un padre
conlleva un esfuerzo cuyo resultado final es siempre incierto, no exento de
tropiezos.
¿Cuándo somos buenos padres? Para un varón machista ¿qué significa esto?
Ser machista -esto es, no aceptar una autocrítica de los privilegios de género
que tienen los varones- es algo criticable; pero sigue siendo el modelo social
dominante. Aunque esta visión actualmente esté comenzando a resquebrajarse
(muy lentamente aún), la idea de padre como centro familiar, no comprometido en
la crianza doméstica de los hijos y proveedor material por excelencia sigue
siendo una realidad. Educar a los hijos en este modelo ¿es "bueno"?
Así
planteada la pregunta no ofrece salida. Por
ser machista ningún padre es "malo"; es machista simplemente. A lo
que se puede aspirar es a un ideal no machista, a forjar hijos no machistas. Un
padre, para ser tal, no necesariamente tiene que ser "fuerte",
"viril" y "estricto". Ser buen padre es, en síntesis, tener
una actitud de preocupación hacia el hijo. Hay padres homosexuales. ¿Son
"malos" padres entonces?
La paternidad, finalmente, es básicamente una cuestión de actitud; lo bueno es
si hay autocrítica genuina y productiva respecto a cómo se asume.
Marcelo Colussi es psicólogo argentino radicado en Guatemala. Correo-e:
tbc@guate.net
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Laura E. Asturias [Guatemala]
Editora,
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