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EDUCACIÓN NO SEXISTA
Autora: Carmen García Colmenares

PRESENTACIÓN
OBJETIVOS
Y EN EL PRINCIPIO... ESTABA LA FAMILIA
PERO...¿QUÉ PASA EN LA ESCUELA?
DESAPRENDER LO APRENDIDO
GLOSARIO DE TÉRMINOS
SÍNTESIS DE MENSAJES
DIRECTRICES PARA LA UTILIZACIÓN DE ESTOS MATERIALES
ACTIVIDAD 1. PAPEL DE MUJERES Y VARONES
ACTIVIDAD 2. EL LENGUAJE, LA EXPRESIÓN Y LA DIFERENCIA ENTRE SEXOS
ACTIVIDAD 3. CUESTIONARIO SOBRE ACTIVIDADES FÍSICAS EXTRAESCOLARES
ACTIVIDAD 4. IMAGEN Y PUBLICIDAD
ACTIVIDAD 5. LA MUJER EN LA IMAGEN ARTÍSTICA
BIBLIOGRAFÍA Y OTROS RECURSOS DE BATALLA

PRESENTACIÓN

Cuando se habla de la Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres es común escuchar comentarios como los que siguen:«Lo de la desigualdad era cosa de antes, ahora todos somos iguales», «¿Pero es qué no hay ya igualdad? Si las niñas y los niños estudian juntos». Estas opiniones, fruto de creencias y valores, ponen de manifiesto que si bien a lo largo de los últimos años se han producido una serie de cambios positivos en cuanto a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, todavía existen una serie de sesgos -eso sí, cada vez más sutiles- que es necesario conocer para erradicar.

Si bien la Constitución de nuestro país reconoce la igualdad de derechos y la LOGSE se manifiesta también en este sentido, la mayoría de las personas piensan que la igualdad formal supone una rápida y contundente igualdad real.

Por tanto, todavía es necesario debatir la secular discriminación de las mujeres en relación con el reparto del poder, la participación en el ámbito público o denunciar cómo, a pesar de que un gran número de ellas se han incorporado al mundo laboral sin dejar las responsabilidades de lo doméstico, no ha ocurrido lo mismo con los varones.

Ahora bien, el cuestionarse la desigualdad existente no implica necesariamente una lucha o guerra de los sexos, que solamente conduce al enfrentamiento y al recelo, sino abrir caminos que permitan deconstruir/construir un nuevo modelo de persona que transcienda y vaya más allá de los sesgos y estereotipos de género.

Analizar el sistema sexo-género permite poner de manifiesto las relaciones asimétricas y jerárquicas que existen entre lo masculino y lo femenino; asimétricas, porque los capacidades asignadas a uno y otro género son opuestas; y jerárquicas porque no se valoran de la misma manera, considerándose superiores las atribuidas al sexo masculino (fuerza, competitividad, inteligencia) frente a las femeninas (ternura,intuición,colaboración).

Reflexionar sobre un modelo de persona diferente en el que hemos sido educadas y educados supone un gran logro y avance, no solamente para las mujeres, sino también para los varones ya que ayuda a cuestionar toda una serie de supuestas verdades y mitos acerca de la masculinidad versus feminidad que condicionan determinados comportamientos, actitudes, y creencias, haciendo que muchas veces nos sintamos atrapadas/os en los rígidos corsés de las costumbres y prejuicios.

Por lo que respecta al tema educativo, es todavía frecuente confundir escuela mixta con escuela coeducativa sin detenerse a pensar que el mero agrupamiento de niñas y niños en las aulas no garantiza una enseñanza más justa e igualitaria.

Ahora bien, el hecho de que la Igualdad de Oportunidades se incluya como un tema transversal permite desvelar los mecanismos que mantienen las desigualdades entre los sexos. Será, por tanto, necesario comenzar a mirar la realidad con «otras miradas» y escuchar «otras voces» puesto que al ser la discriminación sexista tan antigua y estar tan interiorizada desde edades tempranas en la mayoría de las personas, muchos de los comportamientos considerados como normales o de siempre son difíciles de percibir y por tanto de analizar y modificar. Téngase en cuenta que el sexismo es una clase de «racismo» enquistado en la vida personal y en nuestro pensamiento, pasando desapercibidos aspectos discriminativos con relación a las diferencias en la crianza de hijas e hijos, el reparto desigual del poder y la toma de decisiones o la pervivencia de la doble jornada. La Conferencia de Pekin de 1995 puso de manifiesto que no existe ningún país en el mundo donde la mujeres estén en igualdad real con los varones.

La propuesta para llevar a cabo una pedagogía de la Igualdad para chicas y chicos parte de los acuerdos del Consejo de Ministros de Educación de la Comunidad Europea de 1985 encaminados a:

- Garantizar que los jóvenes de ambos sexos accedan a todas las formas de enseñanza y a todos tipos de formación.

- Posibilitar que ambos sexos accedan al empleo y la independencia económica.

- Favorecer la motivación para evitar la elección de carreras estereotipadas y así ampliar el abanico de elecciones profesionales.

- Estimular la formación en los nuevos campos y tecnologías.

Los sistemas educativos de los distintos países miembros deben propiciar estos aspectos mediante la sensibilización del conjunto de actores del proceso educativo, donde el papel de madres y padres es esencial.

Posteriormente, en nuestro país, el Instituto de la Mujer presentó en septiembre de 1987 el I plan de Igualdad de Oportunidades al Consejo de Ministros. Asimismo, la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) planteó también una serie de objetivos concretos que hacen referencia a la eliminación de la discriminación sexista en las aulas.

A lo largo de estas páginas, vamos a analizar el papel que la familia y la escuela juegan a la hora de transmitir los roles diferenciados a niñas y niños, para más tarde pasar a presentar una serie de propuestas relativas a la reflexión y la modificación de actitudes. Esperamos y deseamos que sea útil para aquellas madres y padres que creen en un mundo más justo y solidario para sus hijas e hijos.

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OBJETIVOS

En el párrafo primero del preámbulo de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo del 3 de octubre de 1990 se dice que:

«El objetivo primero y fundamental de la educación es el de proporcionar a los niños y a las niñas, a los jóvenes de uno y otro sexo, una formación plena que les permita conformar su propia y esencial identidad, así como construir una concepción de la realidad que integre a la vez el conocimiento y la valoración ética y moral de la misma.Tal formación plena ha de ir dirigida al desarrollo de su capacidad para ejercer de manera crítica y en una sociedad axiológicamente plural, la libertad, la tolerancia y la solidaridad".

Posteriormente, en el párrafo quinto se plantea: «...avanzar en la lucha contra la discriminación y la desigualdad sean estas por razón de nacimiento, sexo, religión u opinión, tengan un origen familiar o social, se arrastren tradicionalmente o aparezcan continuamente con la dinámica de la sociedad».

Asimismo, en el I Plan de Igualdad del Instituto de la Mujer se presentaban cinco objetivos encaminados a eliminar los sesgos y estereotipos desde el punto de vista educativo, proponiendo para ello:

a. Combatir los estereotipos sexistas en el material didáctico y en los curriculos.

b. Fomentar el cambio de actitudes en el profesorado a través de la sensibilización y la formación inicial y continua.

c. Garantizar la igualdad de oportunidades para las chicas y los chicos en el acceso a todas las formas de enseñanza y a todos los tipos de formación, con el fin de hacer posible que todas las personas desarrollen plenamente sus aptitudes.

d. Adecuar la educación permanente a las necesidades específicas de las mujeres.

e. Fomentar en los medios de comunicación una imagen no discriminativa de las mujeres.

Teniendo presente lo anterior, a la hora de trabajar temas coeducativos con Asociaciones de Madres y Padres (AMPAS) añadiríamos:

1. Sensibilizar al colectivo de madres y padres acerca de los sesgos y estereotipos sexistas todavía existentes para poder actuar adecuadamente frente a ellos.

2. Reflexionar acerca de la situación de discriminación de las mujeres en los distintos ámbitos (laboral, político, social) así como en el desigual reparto de las tareas domésticas y la implicación en las mismas de los distintos miembros de la familia.

3. Analizar las diferentes expectativas que padres, madres y profesorado tienen con relación a chicas y chicos.

4. Revisar distintos ámbitos de la acción educativa dentro y fuera del aula con relación a los roles diferenciados para niñas y niños (publicidad, lenguaje, orientación profesional,...) que permitan la colaboración estrecha entre la familia y la escuela.

5. Posibilitar la implantación de acciones positivas mediante la utilización de los distintos temas transversales, prestando especial atención a todo lo relacionado con la eliminación de prejuicios sexistas.

6. Relacionar el tema de la coeducación con otros temas transversales como la educación para el consumo (sexismo y publicidad ), la educación afectivo-sexual (pluralidad de la orientación sexual), educación para la salud, etc..

7. Presentar una serie de materiales y actividades que permitan tanto la formación personal como el desarrollo de proyectos de innovación a las asociaciones de madres y padres.

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EN EL PRINCIPIO... ESTABA LA FAMILIA

La pervivencia de los sesgos y estereotipos sexistas en la vida cotidiana sigue siendo un hecho a pesar de que no podamos olvidar los grandes cambios que se han dado en ese sentido durante los últimos años.

Antes del nacimiento, las expectativas familiares son diferentes según nos refiramos a una niña o un niño. La ropa, la habitación, los juguetes comienzan a ser diferentes. El trato también va a ser diferente. Las pautas de socialización diferenciales hacia las niñas y los niños aparecen ya en la familia, incluso antes de nacer, al asignar una serie de roles o papeles en función del sexo. Los roles de género son expectativas creadas sobre el comportamiento masculino y femenino que van a configurar a lo largo del desarrollo evolutivo lo que socialmente se considera como deseable para una mujer y para un hombre. Estos rasgos distintos «se supone» que emanan de manera natural y espontánea del sexo biológico y se van a ir interiorizando poco a poco hasta definir la personalidad adulta. Las marcas de género serán elementos decisivos para la formación de la madurez psicológica.

Existen multitud de trabajos que constatan cómo cuando se pedía a personas adultas que interactuasen con bebés de pocos meses sin conocer su sexo, éstas dedicaban más sonrisas y caricias cuando creían que los bebés eran niñas (en realidad eran niños), mientras que cuando pensaban que eran niños le movían más y les daban juguetes "propios de su sexo". Este trato diferencial era percibido por las propias criaturas que ya manifestaban su estupor hacia estas formas de trato muy diferente al dado en casa.

Durante los tres primeros años se estimula más físicamente a los niños que a las niñas, mientras que a las niñas se les acaricia y se les habla más. En cuanto a la actividad, si bien los varones presentan niveles más altos, también son más hiperactivos durante la infancia con las consecuencias negativas (accidentes domésticos) que ello acompaña; por otro lado las niñas adquieren más rápidamente un mejor nivel madurativo en cuanto al autocontrol.

Por lo que respecta a la agresividad ya desde edades tempranas niñas y niños perciben la mayor permisividad hacia los niños. Asimismo se ven modelos masculinos más agresivos (televisión, patios, casa). En muchos casos la propia familia refuerza la conducta violenta de los varones por medio de la práctica de ciertos deportes, juegos y empleos del ocio.

Ahora bien, también hay que decir que los niños no sólo reciben más refuerzos positivos a su actividad, también obtienen más castigos, con lo que se acrecienta la agresividad y se potencia la espiral de la violencia. La identidad sexual y de género se va configurando así, poco a poco, día a día. Pero el problema no esta en pensar que niños y niñas son diferentes sino en creer que las niñas son inferiores.

Las criaturas, al principio, no distinguen entre los elementos que determinan la identidad sexual, que tienen que ver con las diferencias biológicas, y los que determinan la identidad de género, que son atribuciones sociales que varían en función de las diferentes culturas, épocas, y lugares. Pero poco a poco los estereotipos de género se irán instalando, fruto del modelaje social.

A pesar de los grandes cambios sociales, la incorporación de la mujer al mundo laboral no ha supuesto de manera similar la incorporación del varón a la esfera de lo doméstico. Y aunque las actitudes suelen ser cada vez menos estereotipadas en las familias donde ambos cónyuges trabajan fuera, las criaturas observan que siempre hay una persona que se dedica más al ámbito familiar con lo que desde muy pequeñas intuyen que la figura con mayor poder y autoridad es el padre. Con ello se refuerza la interiorización de los roles de género.

La etiquetación o rotulación mediante las marcas de género están ya muy consolidadas a los cuatro-cinco años, manifiestándose las diferencias en la elección de juegos y juguetes, ropas, cuentos, etc., y en el rechazo de aquellas actividades y objetos que socialmente se consideran del sexo contrario. Esta reacción es más evidente en los niños que manifiestan estar más rígidamente tipificados. Nosotras hemos observado que cuando se pedía a criaturas de cuatro a cinco años que intercambien sus juguetes, las niñas no tenían reparo en hacerlo, sin embargo los niños se negaban o daban muestras de ansiedad cuando se trataba de cuidar o abrazar a una muñeca, comentando que «es un juguete de niñas». La formación de la identidad masculina se va, pues, elaborando con el rechazo y desprecio, desde edades tempranas, de todo aquello que se considere femenino.

Por otra parte, las expectativas de éxito por parte de las familias son más altas hacia los niños, por lo que no debe extrañarnos que las niñas desde muy pequeñas manifiesten un nivel de aspiraciones más bajo que sus compañeros, eviten riesgos y consideren al padre con mayor autoridad en la familia, aunque la madre también trabaje fuera. Cuando se ha preguntado a escolares de ambos sexos sobre la profesión de sus progenitores, si la madre permanecía en casa, la respuesta más común era: «Mi padre trabaja en,...mi madre no trabaja (o no hace nada)».

En la etapa escolar, además de la observación de los modelos familiares, hay que añadir la influencia de los medios de comunicación de masas, fundamentalmente de la televisión. En este sentido las madres y padres deben plantearse la necesidad de educar a sus hijas e hijos para un ocio sano, constructivo y consumerista.

«La bomba de relojería que tenemos en la sala de estar de nuestras casas puede estallarnos un día, si es que no lo esta haciendo ya. El papel de niñera de la televisión nos debería hacer pensar acerca del tipo de mensajes que las niñas y los niños están recibiendo cada día».

Junto con la televisión habría que analizar el contenido extremadamente violento, xenófobo y racista de los viodejuegos, también llamados Games Boy (?). Si a esto añadimos la pasión de nuestros niños por deportes como el fútbol, que la mayoría de las veces suelen potenciar el enfrentamiento, la competitividad, el dinero fácil y el colecionismo sin sentido (cromos, banderines, bufandas, etc.) tendremos una imagen bastante certera de cómo los varones adquieren su identidad sexual y de género.

Por lo que respecta a las niñas, los juegos y juguetes propuestos tienen que ver con ideas exclusivas de cuidado, sumisión o para deslumbrar al varón. Las Barbies al uso componen un repertorio bastante aproximado del modelo de mujer esperado.

Durante los años siguientes y sobre todo en la adolescencia las diferencias se van a ir acentuando de manera cada vez más profunda. La adolescencia supone la entrada en una etapa de cambios de distinta índole (biológicos, psicológicos y sociales). Chicas y chicos sufrirán no solamente la presión de la familia para que aprendan a comportarse «como una mujer» o «como un hombre» sino que tendrán también que soportar la tiranía de los mensajes sociales y del grupo de iguales.

Pero las chicas «van recibir un doble mensaje; por una parte se les anima a ser independientes, pero por otro la familia y el medio les exige que sean atractivas y femeninas. Los conflictos entre feminidad y logro van a perseguir a lo largo de varios años a las adolescentes y a las mujeres»

Es determinante en muchos casos el papel de la familia a la hora de la elección profesional, eligiendo las chicas carreras más estereotipadas y a veces con menos salidas profesionales. Si bien el número de universitarias supera al de universitarios, las especialidades elegidas suelen ser principalmente de humanidades, estudios menos reconocidos socialmente y con más dificultades para su proyección laboral. Consideramos que las familias tienen que reflexionar acerca de los valores teóricos que por un lado pregonan y los que realmente proyectan en sus hijas e hijos. Quizás ya sea hora de que empiece a cumplirse lo que se dice. Y puede que la mejor manera sea empezando por su propia casa, antes de exigir a la escuela que actué.

Pero la familia actual ¿potencia valores democráticos cuando se asienta, la mayoría de las veces, en la obediencia a través del castigo y/o la prohibición; cuando el reparto de tareas en la casa no es equitativo; cuando se usan tér
minos como «vete a jugar» o «ver la televisión» porque nuestros hijas/as molestan?. Podríamos reflexionar un momento sobre: ¿qué modelos de imitación estamos proporcionando a nuestras hijas e hijos? ¿cuánto tiempo dedicamos a jugar con ellas y ellos?¿qué programas de televisión ven? ¿y nos extraña que sean consumistas?¿qué juguetes les regalamos?¿no les estamos enseñando a ser más violentos, sexistas y agresivos?. Son preguntas de difícil respuesta pero quizás vaya siendo hora de que nos las planteemos.

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PERO, ¿QUÉ PASA EN LA ESCUELA?

A pesar de que la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo procura el marco de partida para ayudar a superar todo tipo de discriminaciones, favorecer y respetar la diversidad y encaminar a los/las estudiantes hacia una adecuada elección profesional, hay que tener presente que una cosa es el nivel de intenciones o de aspectos formales de reconocimiento y otra, bastante diferente, su cumplimiento.

Si nos adentramos en el análisis del actual sistema educativo podemos observar que el modelo predominante es el denominado «modelo compensatorio» que supone un avance con relación al modelo anterior de carácter «selectivo» que olvidaba sistemáticamente los aspectos relacionados con la diversidad, la tolerancia y el derecho a la individualidad. Pero con todo ello, sigue manteniendo la idea de normalidad como referente y por lo que afecta al género, aunque propugna un modelo de enseñanza mixta, incorpora en el curriculum únicamente los valores tradicionales masculinos como modelo universal para toda la población escolar. Las chicas deberán desarrollar por su cuenta, de manera paralela, un modelo educativo femenino de carácter implícito, a través de lo que se denomina el «curriculum oculto».

Los modelos educativos son conceptualizaciones que partiendo de determinados presupuestos teóricos sirven de guía o marco de referencia a la hora implantar determinadas medidas y cambios. Las creencias y valores del profesorado, la familia y los distintos agentes educativos van a tener un gran peso en la implantación de un modelo educativo concreto.

Analizar las características de los distintos modelos en los que se sustenta la práctica educativa permite conocer tanto las teorías explícitas como las teorías implícitas (no escritas, a veces más difíciles de percibir) para poder elaborar y proponer medidas encaminadas a mejorar y corregir dichos modelos.

El modelo tradicional o selectivo entiende la educación desde una perspectiva jeraquica donde el maestro es quien sabe y las/los estudiantes quienes no saben, donde la adquisición del conocimiento se asemeja a una vasija en la que se van almacenando los conocimientos (básicamente contenidos teóricos), unos encima de otros pero sin ningún tipo de conexión, como compartimientos estancos. Este modelo, además, otorga un gran valor al status social, al poder, a la riqueza (más el tener que el ser), la competitividad, el éxito social y el androcentrismo. La metodología es fundamentalmente expositiva, basada en la memoria, y se da mayor importancia a los resultados que a los aspectos implicados en el proceso de aprender. Por lo que respecta al tema del género, esta escuela selectiva desvaloriza lo femenino, considerándolo un valor de segundo orden.

Las personas nos desenvolvemos básicamente en dos ámbitos: público y privado; el público está más valorado socialmente que el privado-doméstico. Es el ámbito que otorga poder y status a determinados grupos y en el que se desarrollan los determinados poderes (político, económico, ideológico, religioso, etc.). El ámbito público ha sido ocupado por los varones, quedando las mujeres relegadas al privado-doméstico. Actualmente, aunque las mujeres están conquistando parcelas del ámbito público, son todavía escasas aquellas que están relacionadas con lo centros de poder donde se toman las decisiones.

El modelo educativo que se deriva de esta escuela selectiva está vincluado con el aprendizaje y el desarrollo de las capacidades que tienen relación con el éxito en el ámbito público, partiendo de las características que la sociedad y el entorno consideran como propias del género masculino. Todo ello se va a ver reflejado en el curriculum escolar que potencia aquellas aptitudes o capacidades que van a ser necesarias en la vida pública como son la inteligencia, la competitividad, la fuerza, inhibiendo (o asignándolas exclusivamente a las niñas) otras consideradas de segundo nivel o de «andar por casa» (sensibilidad, ternura, cuidados domésticos).

Este modelo, tal como señala acertadamente Begoña Salas, forma individuos parciales, ya que solamente son autónomos en un sólo ámbito: «Los varones tendrían que reflexionar sobre esta incapacidad y minusvalía para desarrollarse como personas en el ámbito de lo privado que ocupa un considerable tiempo de nuestra vida».

Al acceder al sistema o modelo educativo masculino directamente proyectado en lo público, las mujeres han debido asumir, junto con las responsabilidades propias de su sexo, aquellas referidas a un modelo de persona igual a varón. Se estaba por tanto potenciando y justificando la doble jornada de las mujeres, tanto en el plano social como en el educativo.

Así pues, no es un modelo mixto. Es un modelo masculino puesto que lo relativo a la esfera de lo privado sigue estando adscrito a las niñas, aunque eso sí, ya no aparezcan contenidos y materias diferentes en el curriculum escolar. Niñas y niños estudian las mismas asignaturas pero «las mujeres son las encargadas de los saberes no curriculares que les van a ser transmitidos por otras mujeres (sus madres) o la realidad se encargará de enseñarles que, aunque desarrollen una actividad laboral fuera de casa, las tareas domésticas se les darán por añadidura».

El modelo masculino generalizado para toda la población escolar se basa en la conceptualización del hombre como universal y genérico, lo que se manifiesta en la desaparición del papel de las mujeres en el desarrollo de la cultura y el conocimiento dentro de los contenidos escolares.

La superación del modelo compensatorio se conseguiría con la implantación del «modelo comprensivo» que, en lo que concierne al género, eliminaría la existencia de un curriculum diferenciado y propondría un modelo de persona que transcienda los rígidos corsés de «lo masculino» y «lo femenino». Este nuevo modelo de persona nos llevaría a cuestionar ciertas prácticas educativas consideradas correctas y neutras pero que ocultan una concepción de persona asimétrica y jerarquizada.

Modelos educativos y género

MODELO
SELECTIVO

MODELO
COMPENSATORIO

MODELO
COMPRENSIVO

- Escuela separada

- Separación de ámbitos:
1. modelo masculino = ámbito público
2. modelo femenino = ámbito privado

- Asimetría y jerarquización de modelos

- Escuela Mixta

- Preparación para el ámbito público:
1. curriculum masculino como universal
2. incorporación de las niñas al modelo femenino subordinado

- Escuela Coeducativa

- Potenciación ámbitos privado y público:
1. modelo de persona más allá del género.
2. cuestionamiento de la Escuela Mixta.
3. otras propuestas: modelos nórdicos y anglosajones.

Fuente: Muñoz y Maruny (1992); Salas (1992); Gª Colmenares (1995). Elaboración propia

La elaboración de un modelo coeducativo debería considerar aspectos como:

Integrar las esferas pública y privada a la hora de construir el curriculum escolar.

Analizar el androcentrismo que subyace en el modelo educativo actual (escuela mixta). Crítica a la generalización del curriculum masculino como modelo universal para toda la población escolar.

Revisar los diferentes aspectos y situaciones que se dan dentro del aula con relación al mantenimiento de los estereotipos sexistas (lenguaje, interacción educativa, invisibilidad de las mujeres y su reflejo en el curriculum).

Contrastar la situación escolar propiamente dicha con las expectativas sociales y familiares en relación con los dos sexos para propiciar estrategias comunes y complementarias entre la familia y la escuela.

Construir un modelo de persona que transcienda y vaya más allá de los tradicionales presupuestos sobre el género.

Propiciar una serie de valores no jerarquizados en función del sexo y relativos a un modelo de persona autónoma y flexible.

Desarrollar las estrategias metodológicas más acordes con los estilos de aprendizaje de niñas y niños, lo que permitirá la reflexión crítica sobre ciertas rutinas didácticas.

Favorecer el diálogo escuela/familia poniendo de manifiesto las implicaciones de ambos contextos con relación a los estereotipos de género.

Recontextualizar la diversidad social y escolar en relación con los distintos temas transversales sin olvidar las especiales relaciones entre todos ellos.

CEAPA - Educacion no sexista 2

 


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